25/8/08

DE LUNA


Henry Pether

DE LUNA

Donde la luna se esconde
están esperando los soles.
Hacia la plana mayor del cielo
marchan al galope
los tristes vientos
montados en corcel.
Rozando el nuevo continente
las plateadas estrellas
caen.
Luz y luna en un cromo
azucarado
tras el visillo
de mi conciencia.
El mar de contrapunto
redobla el ámbar lunar
-¡A dormir!
Amanece, entre las violetas
sombras el sol despunta
sus miles de brazos.
Las lunas pierden el brillo
y los laureles de la noche
son desplazados
por las rosas de la mañana.
Resuena un bongó en el fondo,
retumba un tumtum de abeja,
un tumtum de juegos infantiles,
un tumtum de corazón acorralado.
Perdemos el camino,
lo encontramos,
los volvemos a perder.
Un laberinto de cristales rotos
se abandona a la luz de una vela.
Recordar
callar
no emitir el sonido
que se apaga en la garganta.
No traer a la memoria
el revoloteo libre
de pájaros rojos,
de pájaros verdes,
de pájaros oro
y de mariposas negras.
Subir y bajar.
Bajar y subir.
Subir y subir.
Bajar y bajar.
No llegar nunca
y llegar siempre,
aunque no sepamos
hacia dónde.
Abandonar el eterno
trepitar del fuego.
Ibid ut supra.
Ibídem.
Volvemos todos juntos
cuando lo claro
se hace oscuro y
lo oscuro trae
ventura y
con ventura
llega la luna.
-(suspiro)-
se equivocan los lobos
se equivocan los sapos
se equivocan los chivos
se equivocan los magos.
Me equivoco
yo

él
nosotros
ellos
es un equívoco
cumplimentar soles y lunas
formar arcoiris.
Crecemos
morimos
nacemos
vivimos.
Las lunas siguen su paso
por la pradera de la sombra,
por la loma crucificada,
por las notas del clarinete.
Vivimos evocándola,
nacemos controlándola,
crecemos invocándola,
morimos olvidándola.
Y el dolor del estallido
y el sueño del rumor
y el aplauso
y las pinceladas
y la batuta
y los destellos
y la luna.
Nos sigue, se muestra,
se queja de nosotros;
nos reinventa,
se reinventa
se reencuentra,
nos reencuentra
y se llena de asombro
con esa boca blanca
que suspira desde
la negra estampa.
La luna...
eternamente la luna.

Edith Andrea Tessari
21 de mayo de 1996

24/8/08

FUIMOS AL CAMPO




Viernes 25/1:
Fuimos al campo
Dedicado a Martín y Mónica


Ululaba el viento en las ramas
campo
a diestra y siniestra
campo
verde y aromático
compañía,
buena charla.
Las horas pasaron raudas
un tema seguía al otro,
se encadenaban
se integraban
se reían
sonreían.
Aullaba el viento en las ramas.
Pájaros
amarillos
pechos rojos
alas negras
alas al viento
murmuraban canciones
que transportaban al cielo.
Caminatas traviesas
a campo traviesa,
por caminos de arboledas
a saltitos de sol escondido,
aroma menta en flores violetas.
Fue un día encantador
nos conocimos más y mejor
hubieron agradables sorpresas
y una conclusión
"Es muy bueno coincidir
en esta vida"

Edith
(25/enero/2008)

23/8/08

WA'NDLUNG


(wilfred)

WA’NDLUNG

“Parece que el planeta estuviera vacío,
y que van a una cita misteriosa y suprema
esas lentas carretas que cruzan
el camino bajo este sol que quema.”
Juana de Ibarbourou.



El sol despunta ardiente y polvoriento, el paisaje, vacío, los árboles petrificados. El camino largo y laberíntico se perdía en un sinfín de colores engamados.
En un laboratorio lejano, un grupo de científicos intentaba describir el por qué de un fenómeno. Estaban estudiando, desde hace dos años, la evolución de la tierra y descubrieron una patología, el planeta no avanzaba sino que retrocedía en un movimiento cada vez más acelerado. este hallazgo se realizó mediante la creación de una burbuja transparente constituida con una porción del laboratorio, desde la cual podía observarse todo lo ocurrido y todo lo ocurrente.
Hacía un año del descubrimiento. La tierra había sufrido ya una transformación. El suelo estaba desgastado, polvoriento y coloreado de azul. El agua, que corrí por las vertientes y los ríos había perdido su riqueza mineral. El cielo tenía agujeros celestes y por momentos la visibilidad era nula. El sol, cada día más candente, no permitía la vida. Todo agonizaba.
Una mañana, unas carretas cruzaban lentamente el sendero, esto llamó la atención de los científicos, quienes se preguntaban:
-¿Carretas? ¿En qué año estamos?- Uno de ellos miró un aparato que indicaba los años vigentes y dijo:
-Tres mil, mes de octubre – esa voz acartonada con sonido metálico resonó dentro de sus cerebros.
Mientras, las caretas seguían recorriendo el camino hacia el monte, único lugar vivo, unas tras otras, formando un ciempiés, se iban acercando en un silencio mortal; la burbuja transparente los seguía. La curiosidad y ansiedad de sus tripulantes había llegado al límite de la locura. De pronto, las carretas deteniéndose una a una rompieron la hilación rodeando el monte.
El sol se estaba ocultando cuando cien estruendosos disparos se hicieron oír. Transcurrieron unos minutos, el monte pareció partirse en dos y quebrarse en mil pedazos, dejando a la vista una ciudad, que hace tres milenios atrás sólo aparecía en las películas de ciencia ficción.
En el preciso momento en que las carretas entraron en ella, comenzó a caer una fuerte lluvia, ésta hacía que del suelo polvoriento nacieran edificios galácticos, autos galácticos, calles galácticas, árboles galácticos y seres humanos. Cuando la lluvia cesó, la tierra estaba nuevamente poblada.
Los investigadores decidieron volver a su laboratorio para estudiar la nueva transformación; mas llegando al lugar se encontraron con un paisaje distinto, en el lugar del laboratorio se encontraba un prado florido de tumbas.

Edith
(1989)

20/8/08

SOLIDARIDAD


Madre e Hijo - Petros Martín

SOLIDARIDAD

-¿Cuántas veces te tengo que repetir que NO? ¿Cuántas?
Nadia caminaba por el patio con las manos apoyadas en sus caderas. Su vestido volaba con la brisa de la tarde.
Mariano, pelota debajo de los pies, miraba el piso lleno de vidrios. Sabía que si le respondía iba a ser peor. Otra semana sin ir a bailar. Un vidrio sale caro y más si es de la casa del vecino.
Esa noche no se hablaron, cuando llegó Juanjo, Mariano estaba profundamente dormido.
-Ni hoy, ni mañana, ni la semana que viene, él tiene que aprender a respetar las normas.
-Pero Nadia, mi amor, es sólo un vidrio.
-No, es la irresponsabilidad de no hacer lo que se le pide.
-Pero mañana es el último concierto de ‘Callejeros’ en el boliche. Yo se lo prometí.
-Lo lamento por vos y por él, pero no va a salir por una semana y esa es mi última palabra. Y ahora vamos a dormir, ya es muy tarde y vos mañana tenés que ir a trabajar.
A la mañana siguiente Mariano se levanto bastante temprano, salió sin ser visto con la entrada del recital entre sus manos. Volvió al rato con un vidrio del tamaño del roto y una docena de medialunas de manteca, como le gustaban a su mamá.
Dejó las facturas en su casa, subió las escaleras del patio rumbo a lo de victoria, su vecina.
No pasó mucho tiempo cuando Nadia salió a la puerta y lo vio subido en una escalera cambiando el vidrio. Los remordimientos se le agolparon en la garganta, ¿y si su marido tenía razón? ¿Y si había sido demasiado dura?. Mientras pensaba vio las medialunas y se preguntó: -¿De dónde habrá sacado el dinero este chico?
Unas horas más tarde, Mariano entra a su casa, prepara unos mates y se acerca con las facturas y el mate a su mama que arreglaba las macetas del patio.
-¿Desayunaste?- preguntó ella, mientras sorbía de la bombilla.
-No, quise reponer el daño a primera hora.
‘Te felicito, pero ¿de dónde sacaste el dinero?
-De la entrada al recital, de la vendí a Julia, sabía que ella quería ir.
-Pero, ¿y vos?
-Yo estoy castigado por irresponsable, vos tenés razón, además estuve pensando que este año no me fue tan bien con las notas, así que prefiero tomar mi castigo como un momento de reflexión, callejeé demasiado mami.
A Nadia se le cerró la garganta con un nudo apretado, sólo atinó a acariciarle la cara. ¡Cuántas ganas de decirle te quiero que tenía!
-¿Están ricas?- dijo de pronto Mariano, señalando las medialunas.
-Sí, muy ricas, hacía mucho que no comía algo tan rico.- respondió su madre.
-Las compré con parte del vuelto, el resto del dinero quiero devolvérselo a papá, él me había prestado plata para el recital y si no voy creo que es justo devolvérselo ¿no?
Lo miraba y lo veía enorme sus quince años le daban un aspecto aniñado. Se sentía culpable de la decisión de su hijo, pero sabía que no podía volverse atrás en su propia decisión.
Todo ese día la pasaron juntos, Nadia planchaba, Mariano guardaba la ropa; ella lavaba las ventanas y él las secaba.
Hicieron la comida juntos y se sentaron a esperar a Juanjo viendo la tele.
Las primeras escenas del incendio en Once lo dejaron frío, Julia, Juanca, Milagros, Patricio y Raúl estaban ahí.
-¡Hola familia!- gritó Juanjo, pero nadie le contestó. Sobre la mesa un papel decía: “Fuimos a rescatar a los pibes. Firmado Mariano y Nadia”
Encendió la tele, no entendía nada y allí vio el infierno hacia donde se dirigían los suyos.
Como loco salió de casa, llegó justo para ver cómo su hijo y su esposa rescataban a una chica con marcas de fuego y humo. Se arremangó y comenzó a ayudar.
Eran las cuatro de la mañana cuando, con ayuda de los bomberos, Juanjo trató de ubicar a Mariano y a su madre. No estaban, se los había tragado la tierra. Los buscó en los hospitales, en las listas del C.G.P, en la morgue. Al fin al atardecer del día siguiente encontró a Mariano abrazado a un féretro en la Chacarita.
Lo abrazó y él entre sollozos desesperados susurró:
-Se cayó cuando quiso sacar a un bebé que estaba en el baño, quisimos ayudarla pero el cielo raso, en llamas se desmoronó sobre ella. Sólo alcancé a escuchar un te quiero y un cuidá a papi. ¡No es justo papá!.
Rompieron en un llanto ininterrumpido, de rodillas y abrazados al féretro de Nadia.


Edith Andrea Tessari de Méndez
04/enero/2005