2/10/09

LO DIFÍCIL DE CRECER

Sonia Falcone

Todo era psicodélico, bombillas de colores, esferas espejadas, móviles reflejantes.
Ada entra a la fiesta rodeada de mariposas, tiene zapatos de cristal y un etéreo vestido color océano. Su sonrisa ilumina su rostro.
Detrás sus padres, Julio y Sofía la siguen emocionados, No pueden creer que su pequeña cumpla sus primero y únicos quince años.
Ada, hija única de matrimonio de padres grandes, nació luego de arduos tratamientos. Era una niña dulce, tranquila, muy de su casa, amaba investigar, era muy curiosa. Pero de un tiempo a esta parte estaba osca, contestaba mal y ya no le interesaban las cosas de siempre. Tenía ataques de ira y solía encerrarse en su cuarto para hacer nada, tirada en la cama.
-Crecer es difícil- Sentenciaba el abuelo Tato.
El silencio cubría sus cosas y la familia empezaba a preocuparse por este tan notorio cambio.
Una tarde ventosa de primavera su mamá la lleva a caminar para relajarla, luego de una pelea con su abuela.
-Ella empezó – rugió Ada de pronto – Si no hubiera querido saber cómo es el vestido de mis quince, yo no me hubiera enojado. – y volvió al silencio.
-¿Pero porqué no quisiste contarle, por qué tiene que ser un terrible secreto?
-¡Mamá! Anda de chisme en chisme con las vecinas y ¿querés que le cuente algo?
- A ver, yo no creo que es tan así…
-¿Ahora vos? ¿Cuándo van a respetar mis decisiones?
- ¡Pero!
- ¡Pero nada mami, no le cuento y punto!
Otra vez el silencio lo cubrió todo, iban abrazadas y Ada se soltó. El paseo había terminado.
Sofía estaba preocupada, estos cambios de humor no eran del todo sanos, una nena no podía pasar del odio al amor y viceversa de un segundo al otro. Algo tenía que estar pasado y ella quería averiguarlo, por eso llamó a las mamás de sus compañeras para indagar, pero nadie sabía nada, todos la veían normal.
A casi un mes de la esperada fiesta de quince, Ada decide suspender todo.
-La fiesta ya no tiene sentido, todo es una porquería. – dictaminó encerrándose en su habitación.
Esto era el colmo, en el momento en que sus padres intentaban entrar a su habitación para hablarle, sonó el teléfono.
-Hablamos desde el colegio.
-Sí, dígame.
-Hoy su hija tuvo un altercado con compañeras y fue sancionada. Necesitamos que vengan urgente a la escuela.
Dejando la conversación pendiente, Julio y Sofía, salen raudamente para allá.
En la puerta los recibe la directora de disciplina junto a Paula y a Federico, los tutores del curso. Quienes los invitan a pasar al aula donde cursa su hija.
Es un lugar de cálidas paredes, con bancos ordenados de a dos, en el fondo carteles sobre la amistad y el respeto, y en el frete, un gran pizarrón negro.
-Los llamamos de forma urgente porque Ada hoy discutió fuertemente con una de sus compañeras, en el momento en que armaban la cartelera.
-¿Saben por qué fue? – preguntó Julio.
-Al parecer la chica le había dicho que si no la invitaba a su fiesta, ella se iba a encargar de que nadie fuese.
-¡Por eso mi hija entró en mi casa y dijo que se suspendía todo- Acota el padre.
-Está muy rara desde que comenzamos con los preparativos- trata de aclarar Sofía.
-Sí, tuve una charla con ella- dice Paula – en allí se refirió a sus miedos.
-¡Qué suerte! – suspira la madre- hace ya varios días que intento conversar con ella y solo logro ira o silencio.
-El mayor miedo que tiene es el de dejar de ser una nena, tener que dejar sus juegos, la rutina y pasar a ser una adulta en cuanto cumpla los quince.
-Pero eso no es todo, los otros días la vi en el patio, llorando debajo del jacarandá con una carta en las manos – acota la directora – me senté a su lado y la abracé, me dio la carta para que la lea, diciéndome: “-Yo no quiero crecer, si así estaba todo bien, por qué si no quiero, lo tengo que hacer.” – Pensé que se refería al miedo de crecer, pero al leer la carta descubrí que el chico que le gusta le dijo que él iba a ir a su fiesta si ella crecía y dejaba que el le hiciera el amor.
-Eso es un apriete para tener sexo. – se exasperó Julio.
A lo que Federico, el tutor dijo:
-Sí, claramente es una amenaza. Por eso intervenimos. La cartelera que ven detrás habla de la amistad, de crecer y del respeto de las decisiones de cada uno.
-Desde la escuela es lo único que podemos hacer - acota la directora y agrega - les aconsejo que hablen con ella, que traten de que se calme, que no se asuste, no la reten, solo háblenle, con abrazos, con ternura. Ada es una bella persona que tiene mucho miedo.
Salieron de la escuela entre enojados con la vida y preocupados por su hija. Pararon en una confitería para organizar los pasos a seguir.
-Ahora entiendo los berrinches, los silencios, está muerta de miedo.
-¡Los chicos son crueles y la ven tan cuidada que la están extorsionando!
-Cuando lleguemos a casa, dejame hablar primero a mí – dice Julio – hace mucho que no tenemos esas lindas charlas con mi princesa.
-Dale, después contame.
Llegando a casa, su papá se baja del auto y entra por el jardín al cuarto de Ada, ella se asombra por la entrada y sonríe con ternura, sabe que se viene una linda charla, como las de antes, como las de siempre.
-Te invito…
-¿Vamos al zoológico? - se adelanta ella.
-¿no estoy muy grande para ir al zoológico?
-No, pá, estás perfecto.
-Entonces vamos-dijo sonriente.
El zoológico municipal quedaba a pocas cuadras así que decidieron ir caminando y jugando al veo - veo.
-Veo – veo – comienza Julio
-¿Qué ves?
-Una cosa
-¿Qué cosa?
-Maravillosa
-¿De qué color?
- Océano
Ada se queda muda, el silencio, como una barrera de hielo los separa.
-Perdón, perdón – arremete el padre – me equivoqué, color rojo. - Su hija lo mira y sonríe tímidamente.
-Tengo miedo pá – dice de pronto abrazándolo fuertemente – tengo mucho miedo de crecer – agrega casi llorando.
- Mi Adita, mi princesa, papi está acá, no tenés por qué tener miedo, yo te defiendo.
Y abrazándola fuerte entraron al zoológico.
Pasaron la mejor de las tardes, charlaron, como siempre, secretearon sobre el vestido, sobre la entrada y sobre todo lo que se iban a divertir en familia.
En el camino de regreso Ada hizo la pregunta que la tenía mal desde la charla con la directora.
-Papi, ¿Alguna vez te amenazaron con algo para que tengas sexo con alguien?
- Nunca, pero sé de lo que hablas- Ada lo miró extrañada – Este mediodía nos llamaron de la escuela y la directora de disciplina nos contó a mami y a mí lo de la chica y lo de la carta.
Las lágrimas contenidas en todo este tiempo, volvieron a correr por sus mejillas. El silencio volvía a separarlos.
-Mi amor, esos chicos te están extorsionando.
-psé.
-Yo creo que habría que darle un corte de raíz. Una persona que dice amarte no te va a extorsionar sobre una decisión tan importante. - Su hija lo miraba atenta, pero muda. Julio prosiguió – ¡Es como si yo la hubiera amenazado a mamá en el día de sus quince!
-¿Conociste a mamá en su cumple?
-Sí, estaba hermosa con su traje rosa, era una princesa.
-Tenés razón pá, pero tengo miedo de enfrentarlos y que todo salga mal.
-No te preocupes, con mamá vamos a ayudarte, pero prometeme que nos vas a mantener al tanto, y una cosa más, prometete que por nada del mundo vas a dejar de sonreír.
Ada lo abraza y no sólo se lo promete, sino que empieza a cumplir su promesa entrando a la casa cantando feliz.
Los días fueron pasando y una mañana los papás de Ada, y los de los chicos de la se juntan a conversar en un bar de la ciudad. Allí acordaron poner un freno a las amenazas. Después de esto, todo siguió su cause.
La mañana de la fiesta, Ada abrazó a su mamá y le dijo:
-Ayudame, esta noche quiero estar radiante, quiero estar como vos, cuando conociste a papá. - Sofía la abraza y la besa.
Pasaron el día entre arreglos, siestas y charlas. Al llegar la noche y estando frente a las puertas cerradas del salón, Ada abraza a sus padres y tomándolos de las manos, gira y dice:
-¡Qué difícil es crecer! ¡Gracias por ayudarme!


Eddy Méndez
(1/10/2009)