12/11/11

LOS TRABAJADORES DEL PLACER

André Masson Gradiva


Los trabajadores del placer

- Maxi, Maxi no más... -
Y sus ojos le brillaron como si estuviera más allá del bien y del mal.
- Me gusta este país por sus paisajes... Ese tema prefiero no tratarlo. Las mujeres!!!... no es mi tema favorito, hay otros que son más interesantes -
De esa manera comenzó y culminó el reportaje; nadie supo de quién se trataba, pero él se sentía feliz.
Lo volvía a escuchar una y otra vez, algo de Maxi no le cerraba, no entendía cómo había llegado a la radio ni por qué lo había reporteado. Pero su jefe se sentía feliz y, por el momento, eso era suficiente.
- Maxi no es más que eso... Maxi - le había dicho su jefe, y realmente era eso. Un perfecto desconocido que apareció de la nada para darse a conocer en la radio ¡casi nada!.
La audiencia había quedado azorada, su madre (Sofía de la Luna, productora y actriz) la llamó para preguntarle quién era el reporteado, pero ella sólo pudo decirle MAXI.
- No sé nada más de él, solamente que Ernesto llegó abrazándolo y me dijo: acá están las preguntas, reportealo.
- No, mamá no creo que sea un "affaire" de Ernesto pero lo voy a investigar. Bueno, te dejo. Sí, te llamo. Chau!
No tenía ganas de pensar, pero su madre podría tener razón. No era la primera vez que su jefe llevaba hombres exquisitamente refinados para que ella los reporteara, no, no era la primera vez. Pero deseaba dormir y olvidarse de todo por un rato nada más.
El dueño de la radio era Ernesto, un soltero cincuentón que tenía también una cadena de supermercados. Poseía un buen pasar y podía darse lujos exóticos, su preferido: descubrir talentos masculinos en la música, siempre eran muy jóvenes. Los "Talentos" que comenzaban cantando en la radio, la mayoría de las veces terminaban haciéndolo en la cama para él. Todo valía, llegar a la fama costaba, su precio era el placer de iniciar inexpertos en el mundo de la homosexualidad. Y Maxi no iba a ser el primero ni el último. Con sus escasos veintidós años, su voz melodiosa y afrancesada había cautivado a nuestro Ernesto. Con él todo fue al revés, primero aulló con ritmo cadencioso y luego cantó, por cierto, no muy bien en la radio. No era tan buen cantante como amante, pero eso nadie tenía porque notarlo.
La tarde en que Milagros lo reporteó, casi por obligación, Maxi quiso saber más de ella. Ernesto, muy molesto, amenazó con prostituirlo si continuaba humillándolo con esas preguntas. Lo que Maxi no sabía era que indefectiblemente ese iba a ser su destino; ya que la cadena de supermercados no era otra cosa que la cara legal de prostíbulos equipados con hombres seleccionados por el mismo dueño.
- Cortala con esa minita...cortala, es una pobre empleadita que nunca va a llegar a nada. ¿Por Qué? porque lo digo yo: Ernesto Gianpascualle.
Pero la pobre empleadita -Dolores Milagros de Osiris- era una productora que desde hacía varios años investigaba la cara oscura de la ciudad. Tenía un programa televisivo del cual no era la cara pero sí era parte de la conducción e investigación interna. Estaba casada con el abogado Guillermo Osiris.
En la radio la conocían por parte de del apellido de su madre, su segundo nombre: Milagros Luna, y el papel de poca cosa; pero en la TV era Lola Gallardo, un sabueso capaz de cualquier triquiñuela para conseguir el mejor hueso.
Hija del juez Ignacio López Gallardo, aprendió desde muy chica los artilugios y dobles personalidades de corruptos con cara de ángel y sumando a esto, la experiencia mamada a través de la sangre materna, se podría decir que ella era una experta en todo lo que hacía.
La tarde de la entrevista y a partir del llamado de su madre, a Milagros la idea de que Maxi pudiera ser el nuevo amante le rondaba en la cabeza y no la dejaba dormir. Ella había entrado en la radio tras la pista de una supuesta cadena de supermercados con conexión nada clara. Una denuncia en el estudio de su marido hizo que ella se interesara en la investigación para su programa en la televisión. No podía dormir, tenía que actuar.
- ¿Papi? Lola, necesito hacerte una consulta. Sí, en privado. En una hora en tu despacho. Sí, pá, gracias. Chau.
Una hora pasa muy rápido y más cuando se toma ese tiempo para decidir el camino a seguir, pensaba Milagros mientras manejaba rumbo al despacho de su padre... no creo llegar antes de la hora pautada... Llevo todo, eso creo, lo que sí creo es que tengo grandes dudas y Ernesto encubre algo... Maxi, Maxi no más...
- A ver Lola, ¿Qué es lo que sucede?
- Necesito que tus hombres investiguen a Ernesto Gianpascualle.
- ¿Motivo?
- Negocios turbios, una supuesta cadena de supermercados.
- ¿Qué otros datos podés aportar? Le hicimos una auditoría hace quince días y está limpio.
- Según la información que tengo, la cadena no es de supermercados es de prostíbulos masculinos.
- No podés hacer acusación sin prueba, lo sabés.
- Sí, pero si te digo que cada quince o veinte días aparece por la radio con un cuestionario y un joven que no pasa los veintitrés años, rasgos extremadamente finos.
- ¿Qué hay de raro en eso, o acaso en el medio donde vos te manejás son todos machos?.
- ¡Papá! Cada día más parecido a Guillermo... Pero bueno, como te seguía diciendo. A mí me parece demasiado alevoso, vienen con ellos del brazo o del hombro y no me deja preguntar espontáneamente. Todo digitado y de mujeres ni hablar... no sabés los retos que me banco después.
- ¿A causa de qué estás trabajando en la radio?
- Por este mismo motivo, yo también estoy investigando... ¿Me vas a ayudar, Pa?
- Sí, pero no te metas en líos... no quiero que salgas lastimada de esto. Ah, Qué dice Guille de todo esto.
- Por un lado me pide que no investigue nada y por el otro me presentó a Ernesto. No entiendo... mejor dicho no quiero entender papá. Voy a seguir en esto solamente si sé que no me vas a abandonar.
- Dalo por hecho, preciosa. Esto queda entre nosotros dos.
- Gracias.
Lola, Milagros, por momentos no sabía quien era. Y pensar que cuando cursaba la licenciatura en periodismo soñaba con una vida tranquila, en una casa llena de chicos, dirigiendo una revista femenina sin complicaciones; y no con esta vida loca, llena de sobresaltos, aventuras riesgosas, dobles personalidades... ¡Qué aburrida hubiese sido si se le cumplía el sueño!, pensaba mientras manejaba hacia el canal.
- Lola, hola, llegó un fax desde Francia quieren una exclusiva tuya en quince días para un comercial en contra de la corrupción europea y americana.
- No.
- ¿No me podés decir que no?
- Sí.
- Ves, así está mejor, llamo y digo que aceptás.
- No. Y no hay otra posibilidad.
- ¿Por qué?, es dinero fresco.
- No.
- Pensalo. Micha está en este proyecto.
- Está decidido Juli, no. Yo me encargo de comunicárselo a Micha. No ene o.
Juliana sale de su despacho preocupada pero acepta. Por algo se habrá negado.
- Hola Michelle
- Lola Gallardo. Bien, muy bien... Sí, Juli me contó la propuesta... La respuesta es no... Estoy metida en una investigación judicial jodida... Y que no puedo darme a conocer, se va al demonio... Entendeme negrita, puedo hacer publicidades de soutiens, café, dentífrico, desodorante pero nada serio... Perdoname Micha, otra vez será.
-Juli. ¿Podés venir a mi oficina?
- Sí, voy...
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- ¿Dónde se metió Milagros?
- Dijo que no venía en toda la semana.
- ¿Cómo? ¿Quién se cree esta mina?
- Dijo que si quería podía descontárselo del sueldo, como corresponde que lo haga, que ella no se opone a nada de lo que decida el señor.
- ¿Pero?
- ¿Qué hago, señor Ernesto, descuento o no?
- No, no lo hagas... Es una pobre mina que está sola, separada, sus padres en el exterior, vive con una abuela... No, no descuentes.
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- ¿Entendiste Juliana? Me tomo unas vacaciones...
- Algo, Dolores, ¿por qué trabajás en la radio? Es un hobbies o ¿hay más?
- Ese es un tema privado. Perdoname.
- Vivís pidiendo perdón y yo perdonándote. ¿Cuándo vas a confiar en mí? Soy tu hermana.
- Sí, ya lo sé, pero es que es demasiado complicado para mí como para meterte en esto.
- Una punta y no molesto más.
- Pirotecnia clandestina.
- Cuidate negrita y dejá que yo te cubro.
- Gracias, ¿Me dejás sola por favor? Ah, no me pases ninguna llamada a no ser que sea papá. Acordate, si llama Guille me fui a descansar a la costa, no sabés donde.
- Listo.
Jamás podría meterte en esto, pensó. La última vez que me ayudó casi la pierdo y no porque la quisieran matar; faltó poco para que se escapara con el tipo que estafaba al fisco y mandara al cuerno el laburo. ¿A quién habrá salido? Vive en una eterna telenovela... pero es mi hermana menor... Por suerte este es un caso de iniciaciones homosexuales, porque si no… Mejor que no lo sepa, por lo menos hasta que todo haya pasado.
- Lola, papá en línea 4
- Gracias- Hola pá y.. Ah... Moreno 1986. Ajá, sí, me cuido. Te quiero.
- Bueno Lola, Milagros o quién te toque ser... a investigar- se dijo y saliendo de su despacho dijo a los demás:
- No vuelvo, si me buscan estoy en la costa de vacaciones.
Salió en un taxi. Pasó por la peluquería, se probó siete pelucas fácilmente, compró una muy oscura de cabello corto, la causa merecía una producción especial. Pasó por una boutique de medio pelo y compró ropa apropiada, cambió si estilo oficinista de pollera recta y blusa por unos jeans roto, zapatillas y musculosita blanca desteñida. Estaba irreconocible. Se pintó más de la cuenta y bastante ordinaria, mp3 y chicle: He aquí Gabriela Gallo, mucama por horas ¿Vistes?. Se rió con ganas, el espejo le devolvía una pinta digna de una actriz.
Así se presentó en la dirección que su padre le había dicho. La fachada del lugar era espejada y polarizada, un cartel le anunciaba los horarios de apertura y cierre; sobre la puerta principal en letras plateadas se leía HERODES S.A.
- Ajá, conque aquí estamos, vamos Dolores juntá todos tus miedos y salí al escenario, se dijo, recordá que sos Gabriela Gallo, paraguaya y que te mandó una amiga: la Carina Pérez, que mientras haiga laburo, mejor, que la paga te dé para comer y pagar deudas... si no ya se verá.
Se hizo la señal de la cruz, miró al cielo y dijo casi sin voz:
- Dios cuídame, por favor, no me abandones.
Una vez adentro, no pasó mucho tiempo para que entrara en contacto con los "trabajadores del placer". Uno por uno fue contando su historia. No tenían familiares cerca, ni amigos ni nada que los sacara de esa realidad. Maxi no estaba allí. Pero estaba Federico, Luciano, Sebastián, Rodolfo y Lucas; todos ellos habían pasado por la radio en algún momento. Milagros recopiló la mayor información una tarde de lluvia en la que el negocio estaba cerrado al público.
Lucas comenzó diciendo que a él le encantaban las minas, pero que el laburo escaseaba y necesitó dinero... que Ernesto le ofreció cantar en la radio... que él nunca se había soñado este destino... que ya no era nadie...
En cambio Federico le encantaba el trabajo porque era sucio y algo perverso... contó también que la variedad de clientes era increíble. La cantidad de bisexuales- dijo- es mucha más de lo que la gente común cree. Aquí podés ver a políticos, padres de familia, profesores, investigadores científicos, jueces, abogados. Y todos con el mismo discurso... Las mujeres están en lo suyo... ya no tenemos a quién dominar... queremos aprender a estar al lado de ellas pero nos rechazan... Ya estamos más allá del bien y del mal.
Rodolfo, Luciano y Sebastián les revelaron los secretos de cómo complacer a un hombre.
Milagros tomaba nota; sacaba fotos, cuando nadie la veía. Ya tenía todo el material, la semana no le había alcanzado pero su padre consiguió un permiso para que pudiera seguir faltando a la radio. Cuando todo terminó... ella desapareció del ambiente.
Una mañana calurosa se presentó con todas las pruebas en el juzgado de su padre y le comentó que deseaba desenmascarar a Ernesto Gianpascualle en su programa.
- Dolores, primero dejá actuar a la justicia, ya tenemos la orden de allanamiento, el material es muy bueno y con todas estas pruebas ese criminal vas a pasar el resto de su vida en prisión. Si te adelantaras correríamos el riesgo de que desapareciera. Dejá ese trabajo en la radio, por favor.
- Pero papá, si yo desaparezco de la radio, él se va a dar cuenta de que algo raro pasa y la que va a terminar desapareciendo soy yo... hace algunos días alguien del prostíbulo estuvo en la radio y por un momento creí que me había reconocido... tengo que dar a conocer en el programa la mafia de los "trabajadores del Placer" y en ese preciso momento desaparecer de la radio. Aunque creo que tenés mucha razón... Con la justicia debemos accionar en conjunto.
- Contá conmigo, pequeña. Decime Guille está enterado de todo esto.
- No, me prohibió que investigara a Gianpascualle.
- Por lo peligroso
- No, todavía no sé porque fue, pero me parece muy sospechoso. Mi marido estuvo muy raro durante varios meses, fue él el que me pidió que entrara a trabajar a la radio de Ernesto, yo calculé que era para que lo investigara; pero cuando comencé a sospechar de los muchachos que aparecían, él se sintió ofendido y me dijo que si no terminaba con el asunto se iba a separar.
- ¿Por eso se fue de viaje y desde hace dos meses no aparece ni tenés noticias?
- Todo se puso de manifiesto veinticuatro horas antes de que entrevistara a Maxi. Me preocupa su forma de reaccionar, pero soy tu hija y mis ganas de desenmascarar a un corrupto fueron más fuerte que la de entender el porqué de la ofuscación y posterior desaparición de mi marido.
- Hija, creo que detrás de todo esto hay un engaño... temo por tu salud mental.
- Voy a estar bien, no te preocupes, salí de peores cosas.
- Pero nunca tu bienestar familiar estuvo involucrado.
- Tenés razón, ¿De qué sospechás papá?
- Nada, solo elucubro, nada más.

Martes 19 de abril, 22 horas. Programa "Los trabajadores del placer". Idea y realización Lola Gallardo.
- Todo estuvo fantástico- grita Juliana cuando el programa terminó.- Lola, la pirotecnia clandestina fue la que estalló esta noche.
- Juli, te debo una disculpa. Pero, era peligroso... y lo sigue siendo.
- ¿Qué es lo que te pasa ahora?, Todo terminó... papi llamó para avisar que Gianpascualle está detenido, que los prostíbulos están clausurados.
- Acompañame a casa... tengo un mal presentimiento.
Llegaron a la puerta del departamento. Una detonación muy fuerte partió de adentro de éste, cuando Milagros abrió la puerta... Tendido en una mancha de sangre Guillermo Osiris miraba hacia el cielo raso.




Edith Tessari
Mayo 2000

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